
Not devoid of a certain logic of decline, Ricardo Erbetta’s passing was, as the duration of his life had been, collectedly silent. He enjoyed the meagre recognition a talented person can be poured upon in a heartland town: protracted, morose, late-coming. He belonged to such stock of men for whom journalism is a lifestyle rather than a job and books an extension of the mind rather than a pastime. Once fallen, they are almost irreplaceable.
A seemingly trivial anecdote in his life should be mentioned, for those purportedly inconsequential decisions, taken in the heat of weak-willedness, may start a person’s lonely journey into apathy: Cain was a brother to Abel and his murderer; the unnamed Lot’s daughters were his defilers. When faced with a choice between his partner and his scavenging close relatives on account of the latters’s selfishness and blindness, Ricardo chose the wrong side. He tearfully regretted it, even when he would brush the topic aside. Fate hath no fury like that of happiness scorned.
Ricardo Erbetta, ever the sharp intellectual, the awesome conversationalist, the caring friend, now rests in peace.
HB
No desprovista de cierta lógica crepuscular, la muerte de Ricardo Erbetta fue, como lo había sido la casi total duración de su vida, calmadamente silenciosa. Disfrutó del magro reconocimiento que una ciudad de provincias derrama sobre una persona talentosa: tímido, moroso, tardío. Perteneció a esa estirpe de hombres para quienes el periodismo es una pasión, no un empleo, y la lectura una extensión de la mente, no un pasatiempo. Al caer, estas personas se tornan casi irreemplazables.
Una anécdota de apariencia trivial merece mención, ya que aquellas decisiones que juzgamos sin consecuencias, tomadas al calor de una débil voluntad, bien pueden comenzar nuestro solitario descenso a la apatía: Caín fue hermano de Abel, y su asesino; las innominadas hijas de Lot oficiaron su vejamen. Cuando Ricardo fue forzado a escoger entre su pareja o la rapiña de parientes cercanos egoístas y ciegos, se inclinó por el lado equivocado. Lo lamentaría entre lágrimas, aun cuando desviara el diálogo. No hay cólera igual a la del destino feliz que ha sido desairado.
Ricardo Erbetta, el intelectual agudo, el asombroso interlocutor, el amigo leal, descansa en paz.
HB
Categories: Impurezas
GRACIAS, HADRIAN por tan bella crónica!. Es cierto, te admiraba y esperaba siempre compartir nuevos encuentros. Se fue parte de mi infancia con él, o sea, retazos de la espléndida etapa de mi vida.
Cuànto t
e admiraba !!!!
Te conocì a través de sus relatos y descripciones .Fui su terapeuta de años,con intervalos de descanso,como él decìa…
Recièn vengo de despedirlo,todavìa incrédula de semejante insolencia de su parte!!!
Sé que desde algùn lugar,como jugando,me està guiñando un ojo diciendo,”estuvo todo bien”.
Te mando saludos!
Lic.Maria del C.Codagnone